Un tratado firmado en 1564 entre el gobierno inglés de Oliver Cromwell y el rey Juan IV de Portugal permitió la regularización de una comunidad anglicana en Portugal y, por tanto, la construcción de un lugar de entierro propio para los ingleses muertos. El primer capellán anglicano registrado en Lisboa fue Zachary Craddock en 1656, y el primer anglicano enterrado en fue Francis la Roche, un hugonote refugiado que murió en 1724.
Durante el siglo XVIII la población británica aumentó considerablemente entre las florecientes comunidades de comerciantes extranjeros, además de los inválidos británicos que se mudaron a Portugal en busca de un clima más saludable y aprovechando las relaciones pacíficas entre ambos países. Con ello, se vio necesario la construcción del Cementerio Británico lisboeta siguiendo el modelo de las necrópolis británicas, un lugar que hoy en día es ofrece un ambiente natural y único de paz y de calma.
En el Cementerio Británico se encuentran las sepulturas del novelista Henry Fielding (1707-1754) y del autor de canciones religiosas Philip Dodderidge (1702-1751).
OJEANDO ENTRE HUESTES 