OJEANDO ENTRE HUESTES

Zamora

Zamora no se conquistó en una hora… ni falta que hacía. Es mucho mejor pasarse dos, tres, cuatro o las horas que hagan falta paseando por sus calles. Ya se conquistará más tarde. Una ciudad pequeña, pero bien cuidada, limpia, agradable, con vida en la plaza y con frescos jardines junto a la catedral y el castillo rodeando intramuros. Uno de esos tesoros que el Duero regala en mitad del amarillo mesetario.

Y todo ello alzado en el románico elegante de sus templos y bajo la mirada del legendario Viriato, terror romanorum del que tan poco se conoce y tanto se ha escrito y rodado.

No lo cuento, lo muestro.

Esta entrada se publicó el 1 agosto, 2014 en 1:07 pm y se archivó dentro de Sin categoría. Añadir a marcadores el enlace permanente. Sigue todos los comentarios aquí gracias a la fuente RSS para esta entrada.

Deja un comentario